El euskara tiene otros muchos aspectos interesantes que muestran una concepción amorosa, optimista y celebradora. Para empezar, consideramos a todo ser humano como lagun o amigo, por defecto (como en Zenbat lagun heldu ziren? ‘¿Cuántas personas/amigos llegaron?’ o en Hamasei mila lagun bildu ziren estadioan ‘dieciséis mil personas/amigos asistieron/se reunieron en el estadio’).

Y cualquier relación es algo recíproco. Harreman o ‘tomar-dar’ es ‘relación’, expresando falta de dominación y de avaricia en nuestras relaciones. De hecho, la elkarrekikotasuna o ‘reciprocidad’ es para nosotras una forma efectiva de identidad: los actos grupales proveen al grupo de identidad propia, siendo algo diferenciado y con poder en sí mismo (añadiéndose el matiz de elkar).

Con amor superamos los egocentrismos y la avaricia, de acuerdo con el mismo criterio. Superamos la codicia con regalos muxu-truk, a cambio de un beso. Y cuando hacemos algo por el prójimo, o damos nuestro brazo a torcer, es amore eman, ‘damos amor’.

Vivimos con asertividad y optimismo, con monemas que lo muestran: con el prefijo bait-; expresando condicionales u opciones posibles con prefijo el ba-; y utilizando también ba usualmente como coletilla asertiva y fortalecedora (lo que lleva a que, en otros idiomas, los vascos utilicen mucho el ‘pues’ y sus paralelos).

Celebramos la vida: negamos la inexistencia: inor ez ‘no nadie’, ezer ez ‘no nada’,o inoiz ez ‘no nunca’… E incluso cuando tenemos que aceptar la inexistencia, al haberla confrontado con la existencia, la positivizamos: bada ala ez bada ‘____’).

La fuerza de la tradición en estas y otras manifestaciones culturales tiene gran importancia, lo que se muestra en una partícula modal específica para ello, y en su frecuencia de uso: ohi.

Intentamos no engañar y ser leales a la realidad. Siempre indicamos si algo que contamos es seguro o no. Si no damos algo por hecho, si no nos ha tenido por testigo, lo presentamos así, añadiendo a la frase las partículas bide o dirudienez. Si comunicamos algo escuchado tampoco lo damos por hecho, lo matizamos con las partículas omen o ei. Aceptamos que nuestras declaraciones no son hechos innegables, añadiendo ote o ete. Y cuando no sabemos, encendemos el interés por saber en las preguntas, con la partícula al.

La honestidad y la palabra dada son de vital importancia. La palabra zintzoa significa tanto ‘fiel a su palabra’ como ‘buena persona’. El euskera confirma así uno de los tópicos sobre la forma de ser vasca, la ‘palabra de vasco’ (como algo en lo que se puede confiar ineludiblemente). Otros valores culturales significativos, como el trabajo, la iniciativa o la soberanía, se extenderán en las siguientes líneas. Pero la conclusión por este lado es ya clara; veámosla.

Cada idioma refleja una visión del mundo, un tipo de relación determinada con el entorno. Y, por el mismo acto de su uso, lo promueve también. El euskara, este lenguaje con valores humanos tan positivos incrustados en su propia estructura, es muy singular y poderoso, y ha sido sin duda un apoyo para que Euskal Herria haya logrado mantenerse durante miles de años. Todo indica que nos ha ayudado a mantenernos como una comunidad cohesionada a lo largo de los milenios.

Devolvámosle el favor. Normalmente ni atendemos ni conocemos sus tesoros, y cuando enseñamos el idioma no lo trabajamos sobre esas bases. Cambiemos esta tendencia, revitalizando tanto el euskara como la Euskal Sena.

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