Mi nación tiene 3 presidentes regionales, 2 presidentes estatales y un rey, según dicen, en 2 de esos 3 territorios.

Ni siquiera una de mis terceras partes de ser humano son súbditas de ese rey. Tú comienzas por sentirte súbdito incluso al nacer. Y así te sientes y vives. En la calle, al aire libre, eres súbdito.

No es mi caso. Encerrado, encadenado, con la boca sellada con grapas de metal, ni siquiera dos de mis terceras partes serían súbditas. Mi mente de vasco seguiría campando no súbdita, íntegra y libre.

En el paredón, con mi cuerpo acribillado, mi mente moriría. Pero sólo moriría un reflejo individual de una gran mente nacional. Una que es no súbdita, por siempre libre.

Seguiría tomando forma en otros vascos como yo, y renaciendo en los que han de llegar. Porque mi mente es Euskal Sena.